lunes, 13 de abril de 2009

PSICOLOGIA DEL COMBATIENTE II

RESISTENCIA A MATAR

"Entonces con cautela me metí hasta la cintura dentro del túnel hasta que quede apoyado sobre mi barriga. Cuando me sentí cómodo saque mi Smith and Wesson del calibre 38 que mi padre me había mandado en un paquete cuando se enteró que iría destinado a "las ratas de túnel"
.Luego saque mi linterna y empece a iluminar el túnel.
Empecé a reptar y no mas allá de 4 o 5 metros vi a un Viet cong sentado comiéndose un puñado de arroz. Nos miramos uno a otro por lo que a mi me pareció ser una eternidad pero seguro que solo fueron unos pocos segundos.
Quizás fue la sorpresa de encontrarnos a alguien donde esperábamos que no hubiera nadie o quizás la absoluta inocencia de la situación pero ninguno de los dos reaccionamos de ninguna manera.
Después de un momento , el Viet cong dejo lentamente su cuenco de arroz en el suelo del túnel , me dió la espalda y se alejó gateando muy lentamente".

"me gire , repté hasta la salida del túnel, apague la linterna y no dije nada.20 minutos después se oi por la radio que un pelotón que patrullaba a 500 metros de allí había matado a un VC que salía de un túnel, aunque nunca vi el cuerpo estoy seguro que era aquel hombre."

"Hoy muchos años después , estoy seguro que si hubiera dependido de nosotros , ese tipo y yo hubiéramos acabado la guerra con unas cervezas en un bar de Saigon mucho antes que Henry Kissinger asisitiendo a conferencias de paz".

Un sargento de los Rangers decía que "hay una enorme diferencia entre el entrenamiento y la realidad, lo mejor es comparar el sexo real con una peli porno, puedes haberlo visto mil veces pero hasta que no folles no sabrás realmente como es"


Previamente a la 2ª GM se daba por hecho que un soldado promedio mataría en combate simplemente por su país y porque se lo habían dicho sus superiores y cuando esto no ocurría se daba por hecho que era debido al pánico y que probablemente huirían.

El general Marshall en varias entrevistas y observaciones durante la guerra se percato que de cada 100 hombres en la línea de fuego , solo 15 o 20 de ellos tomaban parte en el combate y que sus compañeros no actuaban ofensivamente tanto si la batalla duraba media hora o dos días.

Pero curiosamente aquellos que no disparaban(no mostraban voluntad de matar) no eran cobardes ,sino que daban muestras de gran valentía y corrían grandes riesgos como los de salir fuera de cobertura para rescatar un compañero herido o llevar munición hasta compañeros en una posición delicada así como llevar mensajes entre los diferentes puestos, nunca mejor dicho aquello de "lo cortes no quita lo valiente".
Muchos de ellos llevaban esta situación al extremo de que cuando eran atacados por los japoneses con su famosas cargas Banzai persistian en su actitud llegando a morir antes que matar.

Algunos dicen que por supuesto es duro tener que matar a alguien y que procurarían no tener que llegar nunca a hacerlo , pero podrían equivocarse al afirmar algo así.
Otros dicen que con las circunstancias y el condicionamiento apropiado cualquiera podría matar y estos se equivocan aun más.

Ardant du Picq se convirtió en uno de los primeros documentalistas(en 1860) de porque los soldados disparaban o evadían el acto de tener que matar recabó estos datos repartiendo unos formularios entre la oficialidad debido a los alarmantes casos de soldados que hacían el gesto de disparar y no lo hacían o en su mayoría disparaban por encima del enemigo.
Paddy Griffith coincide en esto con du Picq , además de añadir que la mayoría de soldados en combate les urge disparar sus armas lo antes posible , especialmente cuando la distancia no permite la posibilidad de hacer daño al enemigo.


Griffith estima que el promedio de fuego de un regimiento napoleónico o de la Guerra civil (normalmente entre 200 y un millar de hombres) disparando a un enemigo expuesto a una media de 30 metros , provocaba normalmente la muerte o herida de uno o dos hombres por minuto!!!.
De hecho algunas batallas con gran numero de bajas eran producto de su
larga duración hasta que caía la noche ,no porque el fuego fuera particularmente lesivo.

Tampoco la inefectividad del fuego de las guerras napoleónicas o de los regimientos de la guerra civil puede achacarse al mal funcionamiento del armamento ; Keegan y Holmes en su libro "Soldiers" hablan de un experimento realizado en Prusia a finales de 1700 en el cual un batallón de infantería disparaba sus mosquetes contra un blanco de 30 metros de largo por dos de alto (claramente representaban el tamaño de una unidad enemiga) , el resultado era de un 25% de aciertos a 225 yardas , 4o% a 150 yardas y un muy aceptable 60% a la distancia de 75.

Este ejercicio dejaba claro que la mosquetería tenia un poder letal si se empleaba con intenciones de acabar con el enemigo, por lo tanto cualquier excusa con respecto al armamento de la época también queda desechada
.Se da el caso de la Batalla de Belgrado en 1717 donde los batallones imperiales aguantaron por ordenes de sus oficiales(buscando mejor resultado de bajas enemigas) hasta que los enemigos turcos estuvieron a 30 pasos , los batallones dispararon acertando solo a 32 turcos,la negativa de los soldados a disparar costo caro, luego fueron arrasados.

Benjamín Mc Intyre observó de primera mano en la batalla de Vicksburg en 1863:
"parece extraño ver a toda una compañía de hombres cargando y disparando repetidamente sus mosquetes contra un enemigo que hace exactamente lo mismo a no mas de 15 metros enfrente y no causar ni una sola baja ¿a donde diablos disparaban?"

Como ya he dicho el porcentaje era de 1 a 2 muertos por minuto en la Guerra Civil Americana , teniendo en cuenta que eran mosquetes de avancarga que debían cargarse , cebarse y usar una varilla, se estima que en un minuto un soldado medianamente cualificado podría hacer entre 1 y 5 disparos y teniendo en cuenta que las posibilidades de acierto calculadas deberían ser del 50% , esto debería causar cientos de heridos/muertos por minuto en lugar de 1 o 2 solamente.
El hecho es simple, un soldado de la época enfrentado a un enemigo de carne y hueso que respira y se mueve simplemente prefería tomar una postura de "simulación" y disparar por encima de las cabezas del enemigo.

Richard Holmes en su libro "Actos de Guerra" examina el porcentaje de aciertos producidos en varias batallas.En Rorkers Drift en 1897 un pequeño grupo de soldados británicos fueron rodeados y superados en gran numero por los guerreros zulúes.
Disparando salva tras salva prácticamente a quemarropa contra las hordas enemigas , se pensaría que ningún tiro podría fallarse , incluso si la mitad hubieran impactado seguiría pareciendo bajo ; pero Colmes estima que al menos se dispararon 13 balas por impacto.

En la misma línea , los hombres del General Crook dispararon 25 mil tiros en Rosebud Creeks el 16 de Junio de 1876 ,resultado 99 bajas entre los indios o lo que es lo mismo 252 tiros para acertar a un indio. Los franceses para defender las zonas fortificadas durante la batalla de Wissembourg en 1870 dispararon a los soldados alemanes que avanzaban en campo abierto 48.000 tiros, para acertar solo a 404 de ellos , lo cual nos da un ratio de un alemán por cada 119 disparos efectuados.

El teniente George Roupell se encontró con este mismo fenómeno mientras dirigía un pelotón durante la primera Guerra Mundial, al final viendo que no había manera de lograr que sus hombres dispararan bajo ,se vio obligado a sacar la espada dentro de la trinchera y amenazar de muerte a mas de un soldado para que apuntase al soldado enemigo y no a las nubes, incluso dando alguna patada en las costillas y pinchando a algún soldado los efectos no fueron los deseados.

En cuanto a Vietnam , sigue la tendencia como es de imaginar y se calcula que para acabar con un VC hacían falta 50.000 balas. El autor expone que la jungla se llevaba la peor parte de la lluvia de balas solo acertando casualmente y casi por accidente al enemigo, entre las balas se cuentan todas aquellas que se disparan con intención o simulación de matar, incluyendo las de las ametralladoras de los helicópteros y carros de combate así como la de los otros medios auxiliares como puestos de ametralladoras pesadas y lanchas.

Esto es una constante a lo largo de la historia , médicos del cuerpo de marines dicen que uno se sorprendería por la cantidad de balas que se pueden disparar sin que ninguna de ellas se acerque a una persona , el Profesor Arthur Nock de Harvard dice que las batallas entre las ciudades estado griegas se bajaban con un numero muy bajo de bajas y que Alejandro Magno no perdió mas de 700 hombres por acción directa de una espada.

Según los estudios de Marshall aquellos soldados en la 2ª GM que decidian disparar a matar , solo el 15 o 20% tenían una determinación absoluta y el hecho de que sus compañeros no hicieran nada, quizás llevar y traer munición y otras acciones no ofensivas no solo no les afectaba a la moral sino que les hacia perseverar en su actitud combativa.


Pues creo que con estos dos articulos ya mas de uno sabra si le interesa este tema o no, recomiendo su libro On Killing.
Un saludo a todos.

PSICOLOGIA DEL COMBATIENTE

AVISO IMPORTANTE: Este tema va de un tema muy concreto y técnico y es desesperantemente largo y puede que te parezca aburrido ya que el asunto que trata no es nada espectacular, te aviso porque corres el riesgo de pegarte un rato leyendo algo que te puede parecer( y probablemnte lo es) un autentico coñazo.
Somos 4 gatos los que nos gustan estas cosas, asi que advertido estás.


.No me hago responsable si te quedas dormido frente a la pantalla.


ASPECTOS SICOLOGICOS EN COMBATE

Este post es parte de una breve traducción de algunos capítulos del excelente libro del teniente coronel Dave Grossman " On Killing", especialista en Ciencia Militar de la Universidad de Arkansas y reputado miembro del ejercito de los Estados Unidos.


El libro se basa en un numeroso cúmulo de investigaciones relacionadas con todos los aspectos sicológicos que un soldado indiferentemente de su época sufre y padece antes, durante y después de una situación que podría ser englobada bajo la definición de combate.


Como comprenderéis el libro es muy largo y no voy a traducirlo entero, por ahora he cogido parte de los primeros capítulos a nivel introductorio. Hay partes que necesariamente me tengo que saltar a veces por falta de interés directo y otras por lo extenso de su texto para aportar muy poco, además invito a los visitantes interesados en este tipo de estudios que se compren el libro ya que este articulo es meramente anecdótico.


LA CIENCIA DE MATAR: TERRENO PELIGROSO

Siempre se da por hecho que un soldado hará lo que le manden, los soldados reciben ordenes y las obedecen, sin rechistar y sin plantearse nada mas que el cumplimiento de la misma.
Al menos esto es lo que la deontología militar y las reglas del escalafón dicen , pero la realidad es otra muy distinta y especialmente difiere a la hora de cumplir la orden de matar.

Este punto siempre despertó el interés de muchos y en particular de algunos que querían llegar al fondo del asunto para saber porque alguien en una situación de combate tiene reacciones tan particulares como la de no querer abatir a sus enemigos.


Hace cientos de años Ardant Du Picq ya escribió su "Estudio sobre Batallas" , también hay muchas referencias de la guerra civil americana y no tan atrás en el tiempo el general de brigada S.L.A Marshall escribió "Hombres contra el fuego" donde realizo desconcertantes descubrimientos sobre el índice de tiro de sus hombres en combate.
En 1976 John Keegan escribió un libro también sobre este tema "Enfrentamiento en la Batalla"; y Richard Colmes se centro en la naturaleza misma de matar en la guerra con su libro "Actos de
Guerra."



Muchos de los datos que aparecerán aquí pertenecen a extractos de esos libros que Grossman se preocupo de introducir en On killing para ilustrar un poco mas el retrato sicológico
Por ejemplo , el autor del libro estaba bastante preocupado de que militares o veteranos de guerra se enfadaran ante la afirmación que hace Grossman sobre que la mayoría de los soldados en la Segunda Guerra Mundial no estaban predispuestos a matar, lejos de que este hecho enfadara a los veteranos muchos de ellos lo confirmaron, sírvase un ejemplo que cuenta en Coronel Albert J. Bronw un veterano de la 2ª GM:

Como comandante de una compañía durante la guerra observe que los jefes de pelotón y los sargentos tenían que correr arriba y abajo esquivando las balas para patear a los hombres e intentar hacer que dispararan contra el enemigo que intentaba matarles.
Se puede decir que teníamos la sensación de hacerlo bien si lográbamos que dos o tres de cada pelotón dispararan.

Esta anécdota pertenece a la segunda guerra mundial Colmes y Keegan recopilaron datos de los extraordinariamente bajos índices de muerte en la Guerra de las Malvinas, guerras Napoleónicas , regimientos británicos o de la guerra civil americana. Tambien los datos del FBI entre 1950 y finales de los 60 demuestran que la vasta mayoría de hombres enfrentados a la decisión de MATAR tienen tendencia a no consumar el acto de finalizar una vida incluso en el momento
de la verdad cuando incluso deberían hacerlo, sin darse cuenta se encuentran con el hecho de que sin saberlo sonobjetores de conciencia.

Un dato que marca cierta diferencia es que a diferencia de los bajos índices de tiradores en la 2ª GM; en Vietnam el numero puede alcanzar un 95% de tiradores activos .
Aun así estos datos de numero de tiradores no confieren un numero igual de "matadores" ya que de hecho la mayoría de los que deciden disparar no tiran a dar ;además esta información esta basada en la cantidad de munición gastada por los pelotones.

Cuando los soldados que disparaban eran entrevistados y preguntados si habían visto al enemigo o por qué habían disparado estos decían que "creían haber visto algo" "que oyeron a su compañero había visto a un charly u oído algo en la jungla".


El espacio físico donde se desarrolla el combate(la jungla
vietnamita) es sicológicamente protector ya que a 30 metros por delante no ves nada y si matas a alguien no lo ves, de ahí cierto alivio y cierta ligereza a la hora de disparar a ciegas contra un enemigo prácticamente invisible.

No se puede desechar el entrenamiento que se daba a los soldados que partían hacia Vietnam, se enfocaba mas hacia la agresividad ,así como la mecanización de los movimientos hasta querer lograr una respuesta muscular-cognitiva donde la reticencia a matar quedara suplantada por el acto instintivo de apretar el gatillo.
Este entrenamiento produce altos rangos de tiro en Vietnam pero su fiabilidad queda en entredicho por la particularidad del terreno, ya que casi nunca se tenía ocasión de ver al enemigo en campo abierto y "ojos que no ven..."


Si bien matar siempre ha formado parte del ser humano y son muchos los factores que hacen que alguien no quiera matar, por un lado el coste social y posiblemente legal o religioso pero también un enorme e imponente coste sicológico aun cuando el acto de matar se produzca justificadamente.

De ahí las nuevas técnicas de entreno y su evolución ,"puedes disparar toda la vida a una diana de cartón pensando que es un enemigo y mentalizarte mucho, pero jamássabrás lo que es quitar una vida hasta que veas a alguien tirado en el suelo , sangrando, gritando y agonizando por
acción directa de tu decisión ".










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ENFRENTAMIENTO FUERA DE SERVICIO:

Como profesional que porta a diario una pistola, tengo que admitir que, en alguna ocasión, he sufrido una temida condición conocida como visión en tunel.
Aquellos que van armados a diario, sean o no agentes de la ley, deben ser conscientes continuamente del hecho de que portan un arma, y estar constantemente vigilando el entorno, comprendiendo que prácticamente en cualquier momento pueden ser llevados a una situación que puede cambiar para siempre sus vidas o la de algún otro.


Deben practicar con su arma, llevar recargas, y tener una idea de cómo van a responder a ciertas situaciones, antes de que sucedan.

Un amigo me envió recientemente un informe de un tiroteo que implicó a un policía fuera de servicio. El agente había llevado a su mujer y a sus hijos a un restaurante de comida rápida, y se encontraban en el mostrador, encargando su pedido.
El oficial, un veterano con considerable entrenamiento y experiencia, estaba en su día libre, vistiendo ropa casual, y portaba su pistola. La última cosa en su mente era el incidente que estaba a punto de suceder.
Mientras su familia y él encargaban la comida, se dio cuenta de que un sospechoso armado había tomado a un empleado como rehén, y estaba robando la caja fuerte del restaurante.
El agente ordenó a su mujer e hijos que salieran al exterior, e intentó sacar a otros del escenario de los hechos. Repentinamente, el ladrón comenzó a correr hacia el agente, pistola en mano.
El oficial desenfundó su semiautomática, se identificó como policía y se puso a cubierto. El delincuente hizo 2 disparos hacia el agente, que respondió al fuego, vaciando su arma. Según el informe, alcanzó al delincuente 11 veces. Después de cubrirse y recargar, el agente se aproximó al delincuente, encañonándole con su pistola ya recargada.

Afortunadamente, los disparos del delincuente habían fallado en alcanzar al policía. La familia del oficial no había salido por la puerta, como les había ordenado, aunque no habían resultado heridos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había una niña pequeña en el suelo, con una herida de bala en la cabeza.
Después se supo que uno de los 2 disparos del delincuente había acertado a la niña, que no sobrevivió.
La tragedia del incidente hizo que el oficial reflexionase una y otra vez sobre la situación. Leer sobre el asunto también me hizo a mí pensar en muchas cosas. Es imposible saber cómo podría responder uno en la misma situación, y aunque el entrenamiento va a influir, la personalidad del individuo es probablemente la clave.

En este incidente, el oficial pensó que llevar una recarga era un inmenso beneficio, y aunque alcanzó al delincuente con la inmensa mayoría de sus disparos, las cosas hubieran sido diferentes si hubiera fallado.
El oficial reflexionó más tarde que, en vez de meterse directamente en la lucha, debería haber cuidado primero de su familia, asegurándose de que estaban fuera de peligro, antes de disparar.
Finalmente, el agente indicó que había sobrevivido en parte debido a su preparación, sus tácticas y su entrenamiento.

Todo esto trae a colación un interesante aspecto filosófico. Creo que hay muchas tonterías respecto a los tiroteos, y los tiradores de combate (N del T: en el original “gunfighters”, que podría traducirse como “pistolero”, si bien esta traducción tiene ciertas connotaciones peyorativas, que no se aplican aquí). Yo no soy uno de estos, pero conozco a algunos, y he tenido la suerte de hablar con ellos sobre el tema.

Algunas de estas personas tienen las características intrínsecas del guerrero –son hombres valientes y con entereza. Si este atributo puede aprenderse, o si existe desde el nacimiento, es algo que ignoro. Lo que puedo decir es que los que poseen esta cualidad no vacilan en actuar, y lo hacen con absoluto desprecio por su propia seguridad.
No tengo ni idea de si el oficial en esta historia posee este rasgo del guerrero. Quizás es así. Pero su entrenamiento le llevó a vacilar e identificarse como oficial de policía, provocando que el delincuente comenzase a disparar. Quizás si el policía no hubiese vacilado, y hubiese abatido inmediatamente al delincuente, las cosas hubiesen sido diferentes.

Nuestra sociedad no apoya, sin embargo, a estos luchadores auto sacrificados. En cambio, el entrenamiento de muchos departamentos de policía enseña a los agentes a no disparar a un asaltante, a menos que los disparos ya hayan comenzado. Creo que este tipo de entrenamiento es peligroso.
Pero muchos departamentos de policía están más preocupados por los potenciales problemas legales que por la seguridad de sus agentes.
Insisten en grabar en las mentes de sus oficiales que tomar la iniciativa –disparar primero- no vale la pena por el riesgo de ser llevados a juicio.
Portar un arma como un agente de la ley, un soldado, o un ciudadano legalmente autorizado lleva consigo una tremenda responsabilidad.
Aunque es imposible predecir como cada uno de nosotros podría reaccionar a una mala situación como la que se encontró este oficial, debemos comprender la carga que trae consigo el llevar un arma.
Desearía que todos los que portan armas pudieran conseguir no usarlas nunca pero, desgraciadamente, esto no es probable.

WADCUTTER. Cirillo.

Lo primero es disculparme de antemano porque se que ultimamente no escribo mucho, pero es que estoy bastante liado con el trabajo y otros temas personales.
Hoy voy a poner varios articulos traducidos por el impagable Visveriveni.Espero que os gusten.



Del libro “guns, bullets and gunfights”, de Jim Cirillo. El autor describe su diseño sobre una bala especial, con un perfil “Wadcutter”, y con punta en forma de copa (no exactamente una punta hueca), y describe el resultado de la misma en un tiroteo con la NYPD Stakeout Squad:

Llevé a cabo el diseño de mi bala para mi compañero, Bill Allard, que era un as con su Colt 1911 del .45. Bill llevaba una de mis balas wadcutter en la recámara, y en el cargador 7 cartuchos con proyectil semiwadcutter de punta hueca. Una semana después, Bill me salvó el trasero con esa wadcutter del .45 ACP, con un solo disparo.
Una banda de delincuentes juveniles habían atracado previamente un cierto hotel, siempre con las manos en los bolsillos. Bill y yo habíamos acordado un plan con el recepcionista, según el cual nos daría una palabra en clave cuando hablase con este grupo de delincuentes. Cuando oyéramos la palabra, uno de nosotros saldría por una puerta lateral y les cortaría la huída.
Por supuesto, el recepcionista se asustó y nos dijo la palabra en clave, sólo que esta vez se trataba de un grupo diferente. Al salir de la puerta lateral, menuda sorpresa me llevé: los dos individuos estaban armados con automáticas. Ambos giraron hacia mí al percibir mi movimiento. El primer sospechoso apuntó su arma en mi dirección, pero no me atrevía a disparar al estar un cliente en el vestíbulo, directamente en la línea de tiro. Los delincuentes apuntaron alternativamente sus armas hacia el recepcionista y hacia mí. Les grité que arrojaran las armas. Sabía que el primer individuo estaba drogado, y que no iba a dejar que nadie se interpusiese en su camino hacia la próxima dosis. Cuando volvió de nuevo su arma hacia mí, recé para que su disparo no alcanzase mis desprotegidos cuello y cabeza.
Pareció que pasaba una eternidad hasta que ví la onda de polvo y humo detrás del mostrador del hotel y oí el disparo de la .45 de Bill. El primer delincuente se incorporó desde la posición agachada en la que estaba, caminó hacia atrás sobre sus talones unos 4 pasos, y cayó sobre su espalda. Estaba muerto antes de chocar con el suelo. El segundo pistolero arrojó su arma y corrió hacia la salida. Ni Bill ni yo disparamos, por miedo a alcanzar a los transeúntes que pasaban frente a la entrada del hotel.
En el examen postmortem, vimos que la bala del .45 había atravesado el esternón del delincuente, roto el pericardio y había acabado a la izquierda de la espina dorsal. Se había expandido a un diámetro de más de 2 cms. Si Bill hubiese usado una bala del .45 estándar, probablemente no estaría ahora escribiendo este libro.
…/…
Durante las sesiones de entrenamiento, instruía a mis compañeros en la brigada a disparar si no veían que el sospechoso arrojaba rápidamente su arma cuando el agente hacía su advertencia verbal. Uno de mis hombres se ofendió por estas instrucciones. Me preguntó “¿me estás diciendo que asesine a estos tipos mientras yo tengo una escopeta y un chaleco antibalas?”. Repetí: “si no arrojan sus armas en el momento en que se lo dices y ven el letrero de POLICÍA en tu chaleco, quiero que les hagas volar fuera de sus calcetines”. El hombre sacudió su cabeza con desaprobación y no volvió a hablarme durante el resto de la sesión de entrenamiento.
Tres días después, este mismo oficial le dio el alto a un ladrón en una licorería de la 2ª avenida en Manhattan. Después me dijo: “Jim, tenías razón, casi me voy al otro barrio”. Me dijo que, en el momento en que salió de su escondite en la trastienda de la licorería, y dio el alto, sólo vio el resplandor de un disparo en la mano del ladrón, al tiempo que se volvía rápidamente hacia el agente. Una de las balas alcanzó el chaleco antibalas a la altura del tórax del policía. El segundo disparo, instantáneo, pasó a 2 cms de la oreja derecha del agente y se incrustó en el marco de la puerta detrás de él.
Después de contarme lo sucedido, me estrechó la mano, y se disculpó por dudar de mí. A continuación llenó una solicitud de traslado y dejó la unidad. Olvidaba mencionar que se recuperó rápidamente y, tras el segundo disparo, comenzó a disparar su escopeta Ithaca modelo 27, lanzando al delincuente a través de la puerta de entrada de cristal, hasta la acera de la segunda avenida.