viernes, 6 de febrero de 2009

UN RANGER DE LEYENDA II PARTE

El DPS me dotó con una escopeta semiautomática Remington modelo 11 del calibre 12.
Tenía miras tradicionales, y un cañon de 18” que me parecía más adecuado para cazar codornices.
La cambié por una escopeta semiautomática Remington modelo 1100 con miras de rifle y un cañón de 21”.
Una escopeta más fácil de apuntar, con la que podría barrer la calle de ser necesario, con postas del .000. Siempre tenía suficiente munición de postas del .00 y .000 en el maletero. Dado que tenía balas de rifle, también tenía a mano algunos cartuchos de bala de 600 grains.


Habitualmente, llevaba algún arma oculta, por si acaso las cosas se ponían realmente feas. Comencé con un revólver de 2” pulgadas Smith & Wesson Chief’s Special del .38, que metía dentro de mi bota, pero era abultaba demasiado, y en ocasiones se deslizaba tan abajo que no conseguía llegar bien a él.


Decidí cambiarlo por una semiautomática del .380 (9 corto),que metía dentro de mi cinturón, bajo la camisa.
Tenía otro revólver de cañón corto Smith & Wesson, del .22 magnum, que ocasionalmente llevaba encima.
Alguna gente no respeta el calibre .22, pero el magnum es más mortal que el .38 special, usado a distancias cortas, con munición de 40 grains de punta hueca.
Cuando trabajaba a caballo, solía llevar un revólver Smith and Wesson modelo 29 del .44 magnum. El calibre .44 funciona como una combinación de rifle y pistola.
Tom Threepersons diseñó una funda y cinturón para el .44 que llevaba 24 cartucheras para munición extra. Por si acaso, llevaba unas pocas cajas de munición extra, en el maletero.


Nada atrae la atención de un criminal como el fuego automático.
Una ráfaga de 3 ó 4 disparos parece detener el tiempo, y le hace pensar 2 veces antes de apuntar alguna pistola conseguida en una tienda de empeños hacia mí.
Hace unos pocos años, el FBI se encontró en una situación de desventaja en un tiroteo con delincuentes fuertemente armados, en Florida.
Y la policía de Los Angeles aprendió una valiosa lección cuando se enfrentaron en un tiroteo con unos atracadores armados con rifles automáticos.
Estos trágicos incidentes resultaron en innecesarias pérdidas de vidas, y forzó a los agentes de la ley en todo el país a reconsiderar las armas necesarias en la lucha contra el crimen.
Los Rangers de Texas nunca han necesitado una lección tan dolorosa. Nuestras jurisdicciones son tan amplias, y generalmente rurales, que es un hecho que no disponemos de refuerzos en un tiempo razonable, si la situación se pone fea.

Desde los tiempos de Jack Hays, los Rangers siempre han llevado lo mejor que el mercado ofrecía en armas ligeras. Las armas automáticas han sido dotación de los Rangers desde la introducción del subfusil Thompson y el Browning BAR. Siempre hemos hecho que los criminales se preocupasen de nuestro armamento, y no al revés.
Comencé mi experiencia con las armas automáticas con una carabina Springfield Armory M-2 del calibre .30, con cargador de 30 cartuchos –el mismo arma que usé en el motín de la prisión de Carrizo Springs. Generalmente llevaba otros 2 cargadores de 15 disparos en el coche.
Después de experimentar con M-14’s, Thompsons, y con el M-16, finalmente decidí llevar el Rifle de asalto Armalite AR-18, recamarado para el 5.56 NATO…El arma funcionaba mejor que el M-16 y el AK-47. Los Ruger Mini-14 del .223 fueron utilizados por los Rangers, y me gustó el mío hasta que me cambién al AR-18.





Las pistolas Sig-Sauer y Glock en calibre .40 y .45 disfrutan de gran popularidad entre los agentes de la ley en América, y yo he llevado alguna vez una Sig-Sauer en el maletero como segunda arma, pero los Rangers siempre han sentido afecto por los productos de la fábrica de Samuel Colt.

Cuando el modelo 1911 apareció en el mercado, pareció haber sido diseñado para nosotros. Una vez un ciudadano me preguntó por qué llevaba un .45. “Porque no hacen un .46”, contesté.
El hecho de que un Ranger de Texas tenga que confiar en tantas armas en el curso de sus deberes diarios no es ninguna broma. Sí, tenía muchas armas conmigo, pero intenté lo mejor que pude no tener que usarlas. Serví con los Rangers durante 36 años, y me siento orgulloso de no haber tenido que matar nunca a nadie. Estuve condenadamente cerca.

Sí, ciertamente, le he disparado a algunas personas. Y aunque nunca resulté herido, las balas volaron en mi dirección con más frecuencia de lo que me hubiera gustado. Winston Churchill dijo una vez que no había encontrado nada más estimulante que servir de blanco para los disparos de un enemigo que falló el disparo.

Quizás es cierto, pero yo nunca encontré motivos para la celebración después de un tiroteo.
Tras un episodio de intensa violencia y derramamiento de sangre, siempre me alejé del cúmulo de investigadores y forenses, y de los hombres desesperados, muertos o encadenados, y buscaba una roca en la que sentarme. Pensaba en la situación que había pasado –en lo que había hecho bien o mal. Sobre todo, aprendí a dar gracias a Dios por lo que me había concedido. Pensaba en mi mujer, y en nuestros 2 hijos, y me alegraba de que fuese a ser capaz de volver con mi familia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno excelente por que no ha escrito mas?

Anónimo dijo...

Publique mas!!